Los brazos de la Luna
con su ternura amorosos
se extienden
guiñándonos un ojo.
Esa misma Luna
acomodada
en un mar de espuma y nostalgia,
abriéndose paso
surgiendo como un géiser
entre océanos de nubes.
Una Luna magnífica y preciosa
como una herida
que al cielo se le ha abierto,
que en la noche se asoma y se disfruta...
Ketty Ibáñez
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