Cayéndose la noche
brotar de lágrimas...
ver pasar ante los ojos
al Jesús del dolor y las llagas,
nuestro Jesús Nazareno.
En el silencio
del amor más grande
se escapa el cantar de una saeta,
como el quejido guardado
largamente en la garganta.
Que todos Te vean
que todos Te sientan
pasar por las calles
tu humanidad reflejada,
henchirse grande el alma.
Ketty Ibáñez