Llegaste como las cosas Buenas-sorprendiéndome y sin esperarlo-.
No sé cuándo pasó aunque mi corazón sí lo sabe-fue un mes de Marzo-...
Yo por entonces creía que respirar es cuando respiras precioso y a mí se me había olvidado...que hasta los vacíos son trasparentes y cuando tu vida se vuelve frágil te das cuenta; que tus versos y tus renglones también lo eran.
Apareciste de repente y por sorpresa, te colaste en mi mundo para estar
cerca y para hablarnos y conocernos primero con timidez y un toque de
vergüenza.
Marzo... estaban ya aquí las golondrinas y las cigüeñas, y los árboles con sus yemas en flor brotaban poco a poco, todo abría a su paso, los días más largos y comenzaba a oler a Primavera. Esa estación que luego supe que a ti y a mí nos gusta tanto.
Primero parecí distraída-lo siento no era mi intención-hasta que me regalaste tu primera sonrisa. Y entonces sí, lo supe lo adiviné en seguida...abriste la ventana de mi corazón y te convertiste en el dueño de mi aire y mi brisa.
Me enseñaste a mirar de otra manera a reconocer cosas que yo había olvidado...el vuelo de un pájaro,un paseo,una canción,el olor a tierra mojada,los campos...por la noche hablarle a la luna y ponerle nombre a las estrellas. Sin darnos cuenta en aquella primavera nos envolvimos en amor cuando la tarde más hermosa languidece, cuando las amapolas y los girasoles duermen, y nos fuimos haciendo de caricias y palabras en un paraíso de amor recobrado.
Nos mezclamos con el paisaje y el aire de Marzo-donde cada mañana con ansia corríamos a buscarnos, las tardes tan insistentes de todo nos hablábamos, al llegar la noche nos soñábamos uno al lado del otro.
Vivimos así de este modo, entre paréntesis, a ratos, a momentos un amor de esos que se sabe único; un sueño de los dos que para amarse escogieron ese Marzo y como las cosas únicas no pidió permiso...
Ketty Ibáñez
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