Una mujer
que tiene la piel de papel
y que lleva como corchetes
pequeñeces a un tiempo insistentes,
obsesivamente buscadas
las ansias de nuevos amaneceres;
sus ojos delatan una pizca de tristeza
dos espíritus el tuyo y el mío en uno,
tormentosos y encerrados.
Vulnerablemente poseídos
el de dos náufragos heridos
buscando asirse a una tabla
que nunca encuentran
pues la que está es frágil,
se rompe y sólo es soñada.
KETTY IBAÑEZ.
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